Yo soy el que soy… ¡Y no soy perfecto! Tampoco me correspondo plenamente con la idealización que nadie pueda tener de mí, puesto que ni yo mismo he llegado a conocerme del todo aún… en eso consiste la vida, ¿no? Soy yo con mis fallos –y algunas virtudes, está bien– y todo un pasado a mis espaldas, cargado de errores y equivocaciones que han forjado la persona que soy ahora.
Pero como he dicho, todo eso es –como bien dice la palabra– mi pasado y tengo derecho a enmendar mis errores, aprender de ellos y rectificar para no volver a caer en ellos nunca más.
Eso –y (no) sólo eso– es lo que me hace apreciar lo que tenemos y que tan feliz me hace.