Nuestra primera noche la pasamos así, él jugando (por aquel entonces todavía estaba confundido pensando que se trataba de una gata) y yo mirando y grabando cada hazaña como un padre orgulloso de serlo graba a sus niños en todo momento. Sé que es sólo un gatico, pero es mi gatico y es quien me hace compañía. Eso sí, en el mismo momento que descubrí los parásitos que escondía en su pelaje quedó desterrado al patio hasta nuevo aviso...
¡Pobretiquio animaliquio! ¡Qué mal que lo ha pasado hoy con todo el tema del spray antiparásitos! Parece ser que los efectos secundarios van remitiendo... ¡y los bichos! ¡Bien!
Eso sí, menuda panzá a dormir que se ha dado esta siesta... ¡y a comer! ¡Qué bien me come mi Nasty DePlasty, maemía! ¡Se me va a poner hecho un toro de fuerte!
¡Qué miedo!
Esta noche también parece presentarse juguetona...
No hay comentarios:
Publicar un comentario